Lo que hay que ver...

Es curioso, la cantidad de detalles que se pueden escapar a la vista en un día rutinario. Sales a la calle, y hay montones, millones, millones de millones de fotones que vuelan hacia tí desde todas partes intentando captar tu atención. La mayoría de esos fotones se generan en el sol, a unos 149.6 millones de Km de aquí, viajan toda esa distancia a toda velocidad, deseando llegar a su destino. Van chocando en distintas superficies, interactuanto con ellas en el camino, y buscando llegar hasta tu pupila, que los redirige hacia la retina, y una vez que llegan, ¿qué pasa? Que después de todo lo que viajan las pobres partículas elementales sin saber si son onda o materia, la cobarde de la pupila distorsiona la entrada de fotones y la redirige a donde le da la gana en el interior del ojo.

Y es ahí donde entran en juego los oftalmólogos. Esas personas se dedican a poner cristales en el camino de los fotones, de forma que distorsionen sus caminos y que cuando la pupila vuelva a distorsinarlos, los fotones se la peguen justo contra el punto de la retina donde deben chocar.

Es un trabajo curioso. Supongamos que tenemos una función f(x) que da valores "casi aleatorios" a partir de la entrada. Lo que esta gente hace es inventarse una función g(x) que al componerla con f(x), genera una nueva función f(g(x)) que tiene buenas propiedades . De hecho, no estoy seguro si se la inventan o más bien prueban muchas que ya hay prehechas hasta encontrar una que les sirva.

En cualquier caso, esta mañana he ido a revisarme la vista, y a partir de la semana que viene llevaré gafas. Está claro que veré mejor, aunque como dirían muchos, para lo que hay que ver...